miércoles, 3 de junio de 2015

Salmo. 95

Alabanza al Señor y advertencia contra la incredulidad

95 Venid, cantemos con gozo al Señor,
aclamemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.
Vengamos ante su presencia con acción de gracias[a];
aclamémosle con salmos[b].
Porque Dios grande es el Señor,
y Rey grande sobre todos los dioses,
en cuya mano están las profundidades de la tierra;
suyas son también las cumbres de los montes.
Suyo es el mar[c], pues El lo hizo,
y sus manos formaron la tierra firme[d].
Venid, adoremos y postrémonos;
doblemos la rodilla ante el Señor nuestro Hacedor.
Porque El es nuestro Dios,
y nosotros el pueblo de su prado[e] y las ovejas de su mano.
Si oís hoy su voz[f],
no endurezcáis vuestro corazón como en Meriba[g],
como en el día de Masah[h] en el desierto,
cuando vuestros padres me tentaron,
me probaron, aunque habían visto mi obra.
10 Por cuarenta años me repugnó aquella generación,
y dije: Es un pueblo que se desvía[i] en su corazón
y no conocen mis caminos.
11 Por tanto, juré en mi ira:
Ciertamente no entrarán en mi reposo.

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